Estaba ebria, con el cabello en la cara llena de sudor, si de por si el calor en estas temporadas es infernal, para mi me resultaba solo un factor mas (además del alcohol) para transpirar.
Estoy salada de todas partes, algo me decía que muy pronto también lo estaría de los ojos, pero esta vez directamente desde el alma y el corazón.
Apenas puedo abrir los ojos, apenas puedo ver bien, tantito la borrachera y otro poco mi enfermedad de miope.
Soy un
completo desastre, soy lo que toda chica es cuando se le han subido las copitas. Doy pena ajena, soy patética como ese diente de león que esta en su jardín.
Inútil diente de león que trata de resistirse a este viento feroz, trata de no deshojarse (o lo que sea que pase cuando los dientes de león se quedan pelones).
Que tonta he sido al compararme con un insignificante diente de león, pero mas insignificante me he quedado yo al ver que al final somos casi igual.
Me siento a su lado, frente a frente. Estoy ebria, la verdad ya no es algo que me asuste en este momento, porque generalmente sobria soy tan cobarde, pero debía hacerlo, debía decirlo, debía hablarlo, soltarlo, dejarlo ir tan rápido como lo pensara, o mejor dicho, como lo sintiera.
Ese chico me gusta, a ese chico…bueno…esa ya es otra historia.
En palabras resumidas: Lo quiero. Según creí…pero esa también es otra historia.
La verdad te hincha, si tuviera huevos para ello seguramente ya me hubiera venido. Pero no, no tengo huevos; tengo corazón, tengo amor y sentimientos. Él no lo comprende.
Siéntate, quiero decirte algo. Le digo. Trato de sostener la mirada porque la siento pesada, y aun así lo miro fijamente.
—Yo te quiero, enserio te quiero. —Al fin pude después de varios tragos, confesarle de mi boca lo que por supuesto yo sabia que él conocía. Era tan obvia y estúpida.
—Yo también te quiero…como amiga. —se limito a corresponder de esa manera tan ruin mis intrascendentes sentimientos para él.
—Ya se. —trate de ocultar todo lo que por mi cabeza, corazón y alma sucedía. —Como alguna vez dije: “Tu no me puedes dar lo que necesito. De que me puedes dar, me puedes dar, pero no amor.” —reí un poco. Una risita más fingida y llena de dolor que nada. Él se sonrojo también y después guardo un pequeño silencio.
—Oye, enserio perdóname. Pero en este momento solo quiero vivir mi vida. No quiero compromisos, no quiero relaciones…bueno, y si fuera así, con la única que aceptaría seria con ella…
Ella…Si, ella, yo la conocía, conocía a esa chica. Esa que le robaba suspiros y noches de insomnio, esa que lograba ponerlo melancólico en días lluviosos y que sacaba su lado mas poético y sensible. Esa, esa chica que es tan diferente a mi en casi todos los sentidos en los que se puede comparar a
una mujer con otra. Esa chica, esa chica la cual no era yo.
Esa chica me gana lo que no quiere ni siquiera apostar, esa chica me ha ganado un trofeo que mas tarde me di cuenta que no vale la pena disputar. Esa chica no es una ganadora, yo a ella no la conozco, yo solo se que tampoco es para él.
Quería gritárselo, quería decirle que ella no lo quería, que habían sido tantas las veces que ella lo había rechazado, las suficientes como para que alguien con un poco de dignidad se alejara.
Él estaba empeñado, él creía estar enamorado de verdad, y yo creí poder asemejarme al amor que sentía por la otra. Eso por supuesto no paso, ni pasara.
—Gracias. —exclame, me pare y aplaudí efusivamente.
Por un momento creía que soltaría en llanto, por un instante crei que el mundo se vendría abajo, para ser sincera creí que no tendría el valor para por fin soltar todo de una buena vez por todas.
Ebria, solo así. Tonta, que tonta fui.
Voltee adonde estaba el pequeño y frágil diente de león y justo en ese preciso instante una fuerte ventisca lo aniquilo de inmediato. Tan rápido…tan cruel y despiadado el diente de león ha
desaparecido. Ahora solo es una vara verde, insípida, sin sentido.
Pobre diente de león, pobre de nosotros, que en un abrir y cerrar de ojos han terminado con nuestras ilusiones y amor reservado.
Siempre lo supo, sabia que algún día llegaría un viento lo suficientemente fuerte para deshojarlo, siempre supo la verdad de su final, siempre supo que seria así.
Yo no quería aceptarlo, yo no podía aceptarlo, no quería escucharlo, no quería admitir la verdad.
¡Lo sabía, lo sabia! Yo lo sabia, sabia incluso lo que él me diría, sabia todo todo.
Todos me lo decían hasta el cansancio, todos lo sabían, todos.
Él es así, él es como es, él nunca va a cambiar, él es él.
Y la única que no podía creerlo era yo, porque vivía perdida, vivía persistente al viento que termino con todo mi amor. Yo creía en ti, yo creía que podías guardar lo que tanto había almacenado para ti
Que triste que la única forma de saberlo…aceptarlo, haya sido por su propia boca, su propia voz…
”No puedo quererte así, lo siento. Algún día llegara el indicado para ti, pero ese no soy yo”.
Ese no eres tu. Ese no vas a ser tu, porque simple y sencillamente no podría forzar al amor.
Ha! Amor!... Si, aun creo en el amor…
Doy gracias a Dios cada día desde que me dejaste sin amor para ti. Gracias otra vez, me has liberado, creí que me estabas robando, pero en realidad siempre fuiste claro.
Gracias, por ultima vez y porque la próxima vez tratare de que ese diente de león no se quede completamente pelón.
Nunca antes me había sentido tan feliz y llena de verdad. Nunca antes me había sentido tan equivocada y tranquila a la vez, nunca antes había sentido que aquello no era lo que necesitaba y debía seguir buscándolo…